Carreteras

Esta ruta es de 687 kilómetros. La hago por motivos laborales. Desde donde está mi hogar (qué cursi) hasta donde trabajo hay una distancia de casi 700 kilómetros . En dos ocasiones me preguntaron unas almas cándidas  si iba y venía todos los días. Me río y pienso: pues mira, sería una opción para ahorrarme el alquiler. Vamos mal de geografía.

Conozco bien cada kilómetro, cada bar y cada gasolinera de la autovía A-92 y de la A-66 que así se llaman las carreteras de las siete provincias que atravieso cada cierto tiempo. Unos kilómetros en solitario que dan para mucho. Recuerdo la primera vez que los hice; en aquella ocasión con algo más de zozobra que ahora.

A falta de tren (asunto que conocemos bien tanto murcianos como extremeños) me tengo que, digamos, tragar, esos cientos de kilómetros cuando vuelvo a casa o al trabajo en periodo vacacional.

Me pasa a la ida cuando me acerco a Granada y a la vuelta cuando tomo la A-66 que minimizo la distancia. Es ver la señal de “A-66 Mérida” y me digo: «ya queda poco». Lo mismo cuando a la vuelta paso la ciudad de Granada: “ya estoy en casa“ .

Hace unos días volvía de Murcia a Extremadura. Pasada la capital sevillana enseguida veo aparecer la A-66, la Vía de la Plata, así llamada por la antigua calzada romana que unía el oeste de Hispania de sur a norte.

Sin pensar en nada, voy leyendo las señales indicativas de cada pueblo que va apareciendo hasta llegar a mi destino extremeño. Tengo la suerte de conocer algunos de ellos por haberlos visitado anteriormente.

El paisaje es espectacular. El contraste entre la aridez murciana y la campiña sur extremeña es tan distante que me maravilla. Estuvo lloviendo durante el mes noviembre y parte de diciembre; las dehesas y el campo muestran su agradecimiento. Qué bonito está todo. Vacas y ovejas pastan en algunas fincas y muchas aves planean acompañando a los vehículos que vamos circulando por la carretera.

La primera población de la provincia de Badajoz que aparece es Monesterio. Jamón. Es lo que me viene a la cabeza. Situado en las estribaciones de Sierra Morena a setecientos y pico metros de altura posee como muchas poblaciones extremeñas su fábrica o tienda de jamones o embutidos y su Día del Jamón; una magnífica iglesia del s. XV y su Castillo de las Torres. A veinte minutos de allí puedes subir al Monasterio de Tentudia y divisar Sierra Morena límite de la provincia de Sevilla con la de Badajoz. Inmensa. Una maravilla.
 
V
Pasando Monesterio, nos podemos desviar 40 kilómetros hacia el este en dirección a Fuente del Arco y visitar la ermita de la Virgen del Ara. La llaman la Capilla Sixtina extremeña; que ahora hay que ponerle nombre a todo (pero cállate, me digo, si he caído yo también en ese lugar común). Y es que el interior de la ermita contiene pinturas con escenas del Génesis como la capilla vaticana. Pero con menos turistas y sin agobios. A la ermita se llega por una carretera secundaria muy interesante como todas las de Extremadura (yo aún no he perdido mi capacidad de asombro). Se nota que me apasiona hacer kilometros. La ruta es paisajística. La ermita (1494) es pequeña, con una única nave con el interior todo pintado desde el zócalo hasta el techo. No apta para cervicales delicadas. Tiene una leyenda interesante por la cual se erigió la ermita. Pero eso le toca al lector buscarla y leerla en otro lado que no quiero que este artículo se convierta en un tostón.

Antes de volver a la A-66 pasamos por Casas de Reina y nos asomamos a ver los restos de la ciudad romana Regina Turdolorum (siglo I d.c ). Donde destaca el teatro con capacidad para 1000 espectadores. En verano hay un Festival de Teatro. 

Me he desviado de la A-66. Vamos por la N-432 dirección a Llerena.

Es otra de las localidades más bonitas de la zona. En su estupenda plaza se deja memoria de la estancia de Zurbarán en el municipio. Ahí está su estatua delante de la Iglesia de Nuestra Señora de la Granada y Santiago Apóstol. Nacido en la cercana localidad de Fuente de Cantos, donde se ubica su casa-museo, Zurbarán se estableció en Llerena cuando contrajo matrimonio. Llerena bien merece un paseo sosegado por sus calles y plazas.

Ya no es necesario volver a la A-66.  A continuación aparece la señal de Zafra.  Sigo por la N-432. Pronto veré la indicación de La Puebla de Sancho Pérez, la Puebla para los vecinos. Me queda poco para llegar. A partir de ahora me acompañan los viñedos a los dos lados de la carretera, que ésta es tierra de vinos y bodegas cuya denominación de origen es la Ribera del Guadiana como la de Bodegas Toribio.

“Te olvidas del Balneario del Raposo” que pertenece al municipio de la Puebla. Es verdad, he dejado muchos lugares para otra ocasión. La A-66 llega hasta Gijón pasando por Mérida y Cáceres. Sí, y Salamanca,  Zamora y León hasta llegar a Asturias. Pero yo me quedo en Zafra.

Ahora si me disculpan tengo que hacer una llamada.

– (Le hablo al coche: “llamar a mamá al móvil” . Ahora obedece; está llamando.

– ¿Sí?

– Ya he llegado

– ( Suspiro de madre) Ay, hija, gracias a Dios.

 

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